viernes, 19 de noviembre de 2010

Retrato (III).

Voy a hablar de alguien digno de conocer. No es nuevo. Trato de retratar a personas que aportan algo. El resto ya está bien representado por la casta política.

Al tema. Si hay que poner etiquetas, sería de bohemio. Seguro que a él no le gusta, pero es así. Disfruta de las buenas cosas que tiene la vida. De algunas en exceso. Sonríe de una forma sincera, enarcando mucho la boca, y haciendo ascender las orejas. Gesto que es contagioso. Abraza a la gente. Quizá sea lo que mejor le define. Un abrazo fuerte. Pero sin hacer daño. A finales de verano regala flores, que guarda en la funda de sus gafas, como un tesoro, hasta entregárselas al afortunado.

Continúo mi descripción por el derrotero del disfrute. Aprecia el verano como nadie. Y también la lluvia santanderina. Conoce los rincones más bellos, originales y auténticos de la Infinita Cantabria. Montes, senderos, playas, callejones y calles. Desde la bahía hasta el faro (con el difunto puente), pasando por el Gurugú o Mataleñas. La Arnía, Liencres. Más allá. Brañazarza, la Garita, Cabaña Verónica. Todo cabe. Siempre con su liado en la mano. Seguramente aliñado. Siempre con música en las orejas. Seguramente buena. Un poco de Frusciante, un poco de Crayoláser, un poco de Coldplay, un poco de Jackson, un poco de Radiohead, un poco de Ibáñez un poco de...

Hombre de costumbres. No de rutinas. Lector voraz. Sólo lo de lector ya diría algo muy bueno de él en los tiempos que corren. 'El niño con el pijama de rayas' es su libro favorito, Sabina su cantante y Reverte su escritor. Me encanta mentir. Poeta. De los que se atreven con el verso libre. No como yo. Estudiante brillante. Pero poco constante. Y para explicar esto, basta remitir al lector al párrafo anterior.

Gran conversador. De esos que quedan pocos. Defensor de causas perdidas. De la canción protesta. De los conciertos gratis. Trasnochador solitario. Nada de borracheras multitudinarias. Eso es para mediocres.

Los epítetos podrían continuar, pero no es necesario. Creo que la idea está clara. Con eso me conformo. Y sólo con otra cosa. Con seguir viendo a este muchacho caminar con el pelo revuelto tapando los auriculares en sus orejas, la bandolera (seguro que con un libro dentro -Bukowsky quizá-), vaqueros, Converse y "algo" en la mano. Entonces todo estará en orden.






En el tocadiscos:

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