viernes, 2 de agosto de 2019

Diario de un descenso a la nada (VII).

De todo lo que borres
por capricho de algún dios lejano
no la borres a ella.
La única perenne, ella que —como los pinos
arde a salto de chispa —de puga en puga
vibra como relámpago mudo
flaquea, grita sorda, tiembla tranquila
pero nunca se hace trizas.
No desfallece, imponente, ahí —en tu jardín.
Mira, mira bien adentro
en sus ojos de pícea y busca quién eras:
ella lo sabe —ella no lo esconde.




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Los Planetas & La Bien Querida  -  No sé cómo te atreves