jueves, 17 de febrero de 2022

Diario de un descenso a la nada (XVI).

De vuelta viene la perorata del artista:
«desaparecerá la materia y
quedará mi ser cuando me vaya»,
desplante con ínfulas a paraísos sin artificio
y costumbres de solemne, poética quietud.

Nada más detestable que lo perfecto.
Nada menos interesante que la vanidad del privilegio.
Nada más admirable que tu legado de arcilla, arena y paja
en el hueco de pétreas manos surcadas de coraje y silencio.
Esas maravillas que son, a ojos del señorito, cosa de pobres.
Me diste tu pobreza, tus manos valientes pero calladas
esculpiendo días al trasluz,
creando un mundo del vacío.

Me enseñaste que lo simple
nunca es lo fácil.




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