Saturno devorando a un hijo. |
Un perro lamiendo sin pudor la mierda dejada por una manada de hombres vestidos de Papá-Noel. Quehaceres de supermercado, el museo de lo sibarita. Banal. Vano e inane. Corre, corre como alma en llamas. Nada. Llora el cielo. O quizá escupe. Mi cielo es más de vomitar. Regurgitar bolos de temores y verterlos con violencia. Sin escrúpulos. Inventos de aprendiz.
Orinar delante de las adolescentes. Dirige esa masa carnosa hacia la pared. Hacia el suelo. Hacia ti mismo. No hay más vergüenza que la de la bestia que se cree humano. No dicho. Hecho. Échalo todo. Gris materia. Inmaterial. Decrépita.
No silencio. Piensa en ti. Muerdo el meñique. Sangre dispuesta. Heridas. Erecciones. Contusiones. Sangre radiante. La bañera vacía. Sucia de remordimiento.
Al menos no estás pensando en mi. O seguramente sí. ¿Acaso no odias nada? Seguramente. Pero todavía no lo sabes. Exhibiciones atemporales.
Por lo menos no me conoces.
En el tocadiscos:
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