viernes, 27 de abril de 2012

Otra cosa.

Me enseñaron a pensar desde chiquito
a no usar los dedos al contar
a mirar de reojo a la suerte
a saber si sé o si no sé.
Con más o menos maña multipliqué
por aquí y por allá
marcando fuerte
-borrando a veces-
en amarillo y negro
sin dudar de panes ni de peces.
En las divisiones sonreí
confiado en el reparto
día a un lado, noche al otro
paciente hasta los restos.

Ahora no salen las cuentas
algo hago mal
algo olvidé
alguna bolita del ábaco
me birló la vida.

Todo aquello ya no sirve
dicen
los que se sabe que saben.
Todo aquello era otra cosa
otra cosa no más bella, grande, suave o feliz
tampoco inútil, rota, falsa o fugaz
simplemente
otra cosa.

Pero no
yo me resisto
quiero saber aunque no sepa cómo.
Me lo cambiaron todo
desde la A al 9
ya solo puedo resistir
respirando lo que sé
y buscando otra vez
quien me enseñe.



En el tocadiscos:
Marlango  -  Si yo fuera otra

jueves, 26 de abril de 2012

Confieso que he pecado.

Confieso que he pecado. Me arrepiento, señor, pero no puedo jurar no volver a hacerlo. He pecado mucho y he sido consciente de ello. He imaginado como arrancaba la motosierra y caminaba hacia él con paso firme. Apretaba el acelerador hasta que el rugido de la máquina envolvía sus gritos ahogándolos y, lentamente, acercaba la hoja a su hombro. No podía moverse. Estaba paralizado de pánico y su cara mostraba un gesto descompuesto de horror. Al principio la carne ofrecía resistencia al giro de la cadena. Perdí un poco la orientación, me salpicaba en la cara y no podía abrir los ojos. Sus espasmos me impedían penetrar en el tejido, pero pronto llegué al hueso. Vi a Dios entonces. Me miraba y sonreía, me señalaba con el dedo y me pedía más. Más sangre, más ruido, más dolor. Debería derretirme de remordimiento, pero no. Sólo me arrepiento y confieso mis pecados. No pido perdón. Sólo me arrepiento.



En el tocadiscos:
Converge  -  No Heroes

sábado, 21 de abril de 2012

Un vidrio doble.

Los andenes en vísperas de la Aurora son como mi alma: un vidrio doble, con rotura de puente térmico. Son un hijo buscándose la vena, errando de salvaje. A esa hora dentro del tren la calle no existe y hay temor, mas no a lo desconocido.

Pasa el revisor.

Las máquinas vibran antes de sentir las primeras llamas calentando el infinito. Quietud. Ahora un quirófano, donde se extirpan cinismos y se arrojan a un cubo metálico envueltos en luz blanquísimamente tenue y en fundas de renfe.



En el tocadiscos:
Band of Horses  -  The Funeral

jueves, 19 de abril de 2012

Algunos misterios.

No hay nada si lo conozco todo
desde tus tacones al horizonte
desde la luna a tu ombligo
desde tu cadera
a tu otra cadera.

No hay nada si no cierras tu abrigo
en una cruz de San Andrés
en esa forma y ese modo
pudor en nombre
del frío.

No hay nada si lo que piensas
ilógico como el universo
infame como el mañana
es descubierto
y entendido.




En el tocadiscos:
Xoel López  -  Postal de N. Y.

viernes, 13 de abril de 2012

Costumbres.

Acostúmbrame
oblígame a llevar el reloj en la otra mano
muy prieto
y el balanceo volverá
igual que la brisa
en cada faro.

Recuérdame que riegue la ropa
que empapa el armario
para que no se agriete
lacia
acostúmbrame a escurrirla
solo los martes.

Espérame si puedes
detrás de la roca y la espuma
unidas
acostúmbrame a separarlas
con paciencia.

Pero enséñame
tal y como sabes
tal y como haces
tal y como acostumbras
como acostumbras a todos
a querer que les obligues
a recordar
a esperar
a aprender.




En el tocadiscos:
Como el Agua  -  Camarón

miércoles, 11 de abril de 2012

El hombre medio.

Cierra el libro de mala gana. El sueño aprieta y las páginas amarillentas le han sorprendido ya en un par de renuncios. No quiere perderse ni una palabra del manojo de maravillas que aquel alemán escribió años atrás, así que se entrega al duermevela que le transportará pesadamente a otro mañana.

Masca pensamientos extraños, con un pie allí y otro acá. Imágenes, flashes, palabras, sensaciones cruzan ante sí sin aparente conexión.

Es un hombre medio, sin duda. A veces cree que tiene una misión. ¿Acaso no lo creen todos? Ser feliz, se repitió en la juventud una y otra vez. Tanto que terminó por olvidar el significado de la palabra. Por eso ahora le queda el ser. Y se plantea si no tendrá más sentido así. El hombre medio tiene tendencia a preguntarse cosas y a responderlas sin meditar demasiado. El descanso de conocer una verdad es reconfortante. De hecho poco importa la base en que se sostenga la veracidad de la solución; lo valioso es la condición de respuesta, de supresión de duda. Las dudas tienden a dotar al que las alberga de una creciente sensación de debilidad. A cambio, las respuestas superficiales le preñan de una quebradiza seguridad.

La ciencia en su concepción más empírica es un bálsamo para cualquier hombre medio. Dados unos datos y unas condiciones se llega a una solución. Incluso se comprueba experimentalmente la misma. Problema eliminado. Así llegó a lo que ahora es. Logros no despreciables, válidos, escribibles en papeles útiles y loables. Lo malo es tratar de aplicar esta metodología a campos más teóricos, más etéreos, menos límpidos al fin. Se nos afirma la existencia de 11 dimensiones y tratamos de imaginar. Con todas nuestras fuerzas dibujamos líneas perpendiculares al largo-ancho-alto de siempre. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo? ¿Cómo crear, si ya para imaginar la dimensión temporal necesitamos asociarlo al movimiento?

Se atribuye un alma a cada hombre medio. Un espíritu. Una creencia. Una vida. Un destino. También dos caras: el humano y el animal, Jekyll y Hyde, Dios y el Diablo, el día y la noche. ¿Es computable el número de vértices de una esfera?

Despierta inquieto. Todavía no es de día, pero la noche ya pasó.



En el tocadiscos:
Sigur Rós  -  Heysátan (Heima)

miércoles, 4 de abril de 2012

Las vidas que no fueron.

Un día de estos prometo escribirte una carta diciéndote todo eso que ya no sirve de nada. Contándote las vidas que invalidé por una u otra razón. Disculpándome por lo que no hice. Prometo llenar folios con frases que narren lo que pudo haber sido y así, si quieres, podrás arrepentirte conmigo.

Te hablaré de las miradas que pararon el tiempo para dar abrazos que se anudaron sólo mentalmente, con una sincronía agónica. De las sonrisas paralizadas por la sombra del pudor. De tus manos, temblorosas y huérfanas, envueltas en soplos de aire que no salieron de mi boca. De los autobuses, los trenes, los aviones y los coches en los que te hundiste para alejarte sin vacilar -o con seguridad fingida-. De lo que ganaste y yo perdí.

Y de ese amasijo de secuencias marchitas iré deshilando la historia que debió ser. No hay segundas oportunidades, pero sí sueños inventados.




En el tocadiscos:
Regina Spektor  -  Eet