Volvió aquella imagen a sus mollera. Y volvió esa sensación como un reflejo. No era casualidad que notara una suerte de áspid ascendiendo por su duodeno. Acostumbraba a fantasear con cosas que escandalizarían al más osado. Otrora se hubiera avergonzado de ello. Empero era lo que era y no otro algo.
Todo el mundo intenta luchar contra sus fantasmas, aunque la única manera de hacerlos desaparecer es quitarles la sábana que oculta sus intenciones.
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