domingo, 16 de enero de 2011

Ya no.

Ya no duermo en tus pestañas,
ya no sueño con tus labios,
ya no humillan tus agravios;
ni me envidian, ni me extrañas.


Ya no leo tus poemas,
ya no bebo tus miradas,
ya no suenan tus llamadas;
ni me aplauden, ni me quemas.


Ya no duelen tus caricias,
ya no busco en el colchón
desechos de tu calor.


Ya no hay ansias ni avaricias,
ya no encuentro una razón
para no decirte adiós.


















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