Me apetecía escribir algo. Pero era una broma de mi otro yo. He borrado tres veces el principio de la entrada. Y eran tres entradas totalmente diferentes. Cada cual más rancia. Seguramente no menos que esta. Algo no va bien. En el fondo de la lengua, allá donde mi maestra Asun me dijo que se aprecia no sé qué sabor, percute un cosquilleo sospechoso. A lo mejor me está creciendo la campanilla. Me voy a hacer un pirsin ahí. Me parece infinitamente más sensual sexual que en el ombligo.
En la biblioteca he visto a una chica con un portátil pequeño. Algunos dirían de diseño. La pantalla se giraba y se convertía en una especie de tableta de esas que se usan con un puntero de plástico. No conseguía conectarse a la red. Ha reiniciado. Cuando ha aparecido la pantalla para elegir un usuario, ha empezado a acariciar el borde de la pantalla con el pulgar de la mano izquierda. Le he echado una mirada interrogatoria. Ni se ha inmutado. Pasados un par de minutos me he percatado de que estaba pasando el dedo por encima de un reconocedor de huellas dactilares. Es acojonante muy llamativo hasta qué punto de memez hemos llegado. Con las máquinas de escribir lo más que podía pasar era que se enganchasen dos letras.
Leí ayer una entrevista en la que se hablaba sobre el continuo bombardeo informativo de internet, sobre la incidencia de esto en la falta de concentración de atención en según qué cosas y sobre la consecuente pérdida de libertad del individuo. La libertad es una mentira. Una palabra vacía e inane. El único significado coherente es la libertad en contraposición con el encierro físico, carcelario por ejemplo. El resto es trivial para todos. Sin excepción. Quizá los anarquistas se salven. Pero no, porque ya no hay. ¿Acaso alguna vez hubo? Tenemos que subyugarnos a algo. Si no, no somos. Y si osamos caminar lejos del rebaño, algún borrego seguirá nuestros pasos quitándonos así la libertad que, engañados, creíamos tener.
Como mucho, se me ocurre ahora que el único que es libre es aquel que está contento de ser un esclavo. Que quiere serlo. Así que a la mierda al carajo con socialismos, comunismos, centrismos, liberalismos, nihilismos, hijoputismos, y todas esas pamplinas. Seamos esclavos con una sonrisa en la cara. Llevemos las cadenas y los pirsins con dignidad.
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