Siempre hay varios caminos. Siempre. Pero, ¿qué nos lleva a elegir uno u otro? El angelito y el demonio están sentados uno en cada hombro. Pero hay muchos más bichejos juguetones hablándonos a todas horas. Uno que tiene mucha enjundia es el Orgullo.
El Orgullo es un muchachuco enclenque y poco agraciado. Es inteligente, pero sobre todo valeroso. Cuando nadie resiste, cuando todo parece perdido, cuando dar media vuelta es la opción más lógica, aparece el Orgullo, nos hace tragar saliva y dar un paso más hacia delante. En ocasiones el beneficio obtenido será mucho menor que el esfuerzo realizado, pero eso al Orgullo le da igual. Algo en el fondo del cerebro nos dice que ha merecido la pena.
Siempre hay varios caminos. Siempre. Pero, ¿qué nos lleva a elegir uno u otro? El angelito y el demonio están sentados uno en cada hombro. Pero hay muchos más bichejos juguetones hablándonos a todas horas. Uno que tiene mucha enjundia es la Obsesión.
Philippe Petit entre las Torres Gemelas. |
La Obsesión es una mozuca guapa y con mucho garbo. Aparece en nuestro interior un día sin avisar, y comienza a percutir con una idea. Percute y percute. En muchas ocasiones la Obsesión no tiene ninguna lógica. En otras, es coherente, pero a medida que se instala en nuestra mente, perenne e inquebrantable, va perdiendo el sentido. Sólo hay una forma de que la Obsesión deje de atormentarnos. Llevar a cabo el propósito. Cuando esto ocurre, la Obsesión entra en un placentero estado de relax, que, en la mayoría de las ocasiones, dura poco.
El Orgullo y las Obsesiones, aunque son conceptos opuestos, se tocan como el día y la noche. Uno no es nada sin el otro. Y nosotros no somos nada sin ellos.
En el cinexin:
¿Lo de que la obsesión no tenga lógica, y percuta sin parar, que dure poco sus estados de relax, y sea una muchacha y no otro muchachito tiene algo que ver?
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