domingo, 29 de agosto de 2010

Muchacho, ten cuidado.

Ten cuidado muchacho. Ten cuidado.

No hay más que escoria ahí fuera. Bazofia vestida de etiqueta. Hombres grises con vidas grises. Te buscarán y te embaucarán con caducos halagos. Te prometerán oro y te darán alpaca o latón. Pasarán sus finas manos sobre tu cogote, como si fueras su mascota. Te sonreirán con un gesto tan amable que los querrás más a ellos que a ti mismo. Serán tu cobijo en alguna ocasión, pero te darán un techo de papel. Te irán moldeando como jarrón en manos de alfarero. Mas no te hornearán, ya que les interesas blando y maleable. Se apropiarán de todo lo que es tuyo. Te harán creer débil y vulnerable. Se harán grandes a tu lado, para que tengas que buscar su sombra. Y sus ramas te abrazarán y te elevarán para que tus raíces no toquen el suelo. Te convertirás en un parásito. Un miembro más del rebaño. Y cuando no sirvas te dejarán caer. Te arrojarán con los desperdicios o, con suerte, te permitirán transportar mierda, como los escarabajos peloteros.

Ten cuidado muchacho. Ten cuidado.

Abre bien los ojos y mira dónde pisas. No dejes que te calcen la chaqueta del éxito sombrío, del triunfo a costa de otros. Ponte frente al espejo. Y mírate. Pero a ti, no a tu vanidoso ego. Protégete de la lluvia de loas interesadas. Abre tu propio camino. Utiliza azada, hoz o guadaña, pero hazlo tú mismo. La recompensa no es el dinero ni el éxito. La recompensa va mucho más allá. Clava tus pies en el suelo. Siente el calor que desprende, y crece tú, sin que nadie te levante en volandas. Endurécete. Observa. Aprende. En una cesta, cada mimbre es importante. Pero ninguno más que otro. No dejes que piensen por ti. Las ideas son las más poderosas armas. Blándelas con valor. Y no seas cobarde. Cuando llegues a tu destino, eso te aseguro que no te lo perdonarás.

Ten cuidado muchacho. Ten cuidado.





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