Escribo para dar las gracias. Que no soy un malnacido, por Monesvol. Es en los detalles donde se marca la diferencia. Es en ellos donde se distingue a la gente que no es del montón, de esa masa mediocre y uniforme -pero uniforme por desidia, que a los simples por convicción no tengo nada que echarles en cara-. Y los detalles se magnifican cuando los devenires de la vida te enfrascan en una rutina aburrida y rancia.
En esas lides repetitivas e insulsas estaba hoy martes -día que existe sólo para que exista el refrán de casarse y embarcar-, pensando en nada y ciscándome en todo, cuando me dicen que ha llegado un paquete para mí. ¡Me cago en el clero! Pregunta inmediata: ¿Remitente? Respuesta: No sé, la vecina sólo ha dicho que no es muy grande. En mi casa nunca se responde a lo que se pregunta. Así todo es más emocionante. Y sí, como lo leéis, el correo no llega a mi casa. Es lo que tiene ser un bohemio aislado de las jodidas poblaciones. Uno duerme en la gloria, pero sufre ciertas taras sociocomunicativas. Pero bueno, el caso es que esto da más intriga si cabe a la llegada del envío.
Ahí voy, al pueblo a buscar mi regalito. Tengo que pasar las lógicas preguntas, gracias y pellizcos en el papo que profiere la señora vecina a todo el que considera un niño. Que no digo que sea yo un viejo, pero toda la maldita vida aguantando las mismas bromas... cansan un poco. En fin, sonrisa que te parió. Arancel, vamos, para acceder a la especie. Por supuesto ella esperaba que lo abriera allí mismo. Primeras gracias al remitente por cerrar bien el sobre, porque a la prójima le habrá faltado el canto de un duro para abrirlo ella misma o meterlo en una máquina de rayos equis o dárselo a un sabueso. Pero no, no te voy a dar el gusto. Pecho hinchado y expresión digna: Ajá, es más grande de lo que esperaba. Muchas gracias, me tengo que ir para casa. Pero no, no podía ser tan fácil. Espera un poco chaval. Que seguro que tú entiendes. Hace un par de meses se me estropeó el chisme este del masaje de la bañera. Mira a ver por qué puede ser. Ale, tócate los cojones, Mari Loli, a ser amable.
Media hora y cero bañeras arregladas después, llego a casa dispuesto a abrir un sobre manido y almohadillado con remitente holandés paísbajeño afincado en suiza. Internacionalidad máxima. Es para dos personas, el que escribe, y la muchacha del eterno blog en blanco -nunca he seguido durante tanto tiempo una web con tan poco contenido-. Así que ya me huelo lo que hay dentro. Pero la apariencia blandurria me rompe los esquemas. Y yo, con tanta intriga, más contento que Rajoy cuando sube el paro.
Así que sí, una de las cosas era lo que imaginaba, la novela recién escrita, "La muerte de un corazón de alcachofa", calentita todavía, del que fue mi compañero de piso allá por aquellos dorados tiempos en Aquisgrán. Mejor dicho, dos ejemplares dedicados y firmados, uno para cada destinatario. Me ha hecho más ilusión que cuando mi madre me hizo tarta tres chocolates por mi santo. Es en francés, eso sí, por lo que no voy a entender ni media palabra. Se va a cagar el traductor de google. Le voy a fundir. Dos cartas (me niego a volver a explicar por qué son dos) en alemán. Vamos mejorando, de esa lengua ya sé separar palabras. Y una camiseta negra -redoble de tambores- con el hilarante dibujillo de 'Pink Freud' -¡tada!-. Brutal, sublime, maravilloso, excepcional, espectacular. Como cuando te tocan tres bolas de carne en vez de dos en el plato de pasta. Gracias otra vez.
Por cierto, el remitente es el mismo que instauró el 31 de octubre como día oficial de regalarle dinero a Yeamon Kemp. Así que nada, hay que ir planteando un viaje a Lausana. Si antes no había excusa, ahora se divide por infinito.
En el tocadiscos:
Disco boy - Frank Zappa
Wir lieben Pauls ^_^
ResponderEliminar1) Vivir rutina es decisión de cada cual, y está bien probarlo para saber que no gusta. Vivir en el paraíso donde vives es una señal, levantarte y respirar lo que los millonarios envidian.
ResponderEliminar2) A pesar de la espesura de la barba, te consideran un niño. ¡Qué bien!
3) Escuché alguna vez que Fernando Savater se leyó el Señor de los Anillos sin saber ni papa de inglés.
4) Pensé que el paquete estaría vacío.
5) Un abrazo.
El paísbajeño errante ist Gott (!)
ResponderEliminarHay rutinas para todos los gustos. La clave está en encontrar la buena. La barba es sólo para no parecer un bebé. De niño ya no paso. Fernando Savater es un genio; a él no le hace falta entender las cosas para entenderlas. Iba a hacer una doble lógica inversa en el post, pero al final dejé la lógica sin invertir. Otro abrazo de vuelta.