Y tiene nombre de mujer (♫)... ¿No te gusta esa canción, Luis? A mí mucho. Aunque me recuerda tiempos malos, también me trae a la memoria a mis amigas de la escuela. Es curioso que los nombres de sentimientos, los nombres con un significado profundo, son todos de mujer. Porque los de hombre la verdad es que dejan mucho que desear. Además ahora, preocupada como está la gente de llegar a fin de mes, se acaban por poner los nombres más horribles del mundo. Todos ingleses. O africanos. Lo que sea para ser original. Y eso no es nada original, la verdad, todo lo contrario. Qué desastre, ¿no crees? Todo es muy mediocre ahora. El tema es que La Soledad tiene nombre de mujer, como decía Sabina, y que estamos condenados a entendernos con ella. Para algunos es una cárcel, para otros un bálsamo, hay quienes la buscan y también quienes malviven tratando de perderla de vista. Pero ella nunca se pierde de vista. Eso lo he aprendido a lo largo de muchos años fregando, barriendo, haciendo camas y cocinando para seis. Hazme caso. Nos guste o no, estamos solos en este valle de lágrimas. Sí, Luis, sí, ya sé que no soportas los dichos religiosos, pero es que esto eso es lo que es: un valle de lágrimas. Nos movemos por el mundo solos, traficando con lo que tengamos para conseguir la compañía que creemos necesitar. Hasta que llega el instante final. Éste paso también se da sin ayuda. A ver dónde estaba... sí, aquí: Por mucho que nuestras manos busquen otras, cálidas, suaves, comprensivas; por mucho que nuestros ojos se sumerjan en otros ojos, tristes, serenos, amables; por mucho que odiemos la soledad, será con ella y sólo con ella con quien pisaremos el final del camino. Perdona que me ponga poética y melodramática. Tenía esa cita guardada aquí, en la mesilla y nunca había encontrado el momento para leérsela a alguien. Me alegro de que hayas sido tú el que la hayas escuchado. Así que, por favor Luis, céntrate. Tienes un montón de tiempo para aprender a vivir con tu soledad. Eso no lo enseñan en el colegio. Compártela con quien sea, no la maltrates, no la desprecies, no creas que te has desecho de ella, porque eso es imposible que suceda. Si quieres, vive jugando al escondite con ella, o tratando de matarla como hacen muchos, pero ten presente que es parte de ti. Te ríes. Es normal. Parezco un cura, diciendo lo que se tiene que hacer sin dar ejemplo. Porque, desde luego que no lo estoy dando. Pero es lo que te decía antes, estoy negociando con lo último que tengo para conseguir tu compañía. No, Luis, no quiero engañarte. Eso, lo de especular, ya dejé de hacerlo hace mucho. Algunos años después de casarme, cuando vi que no todo era como en las películas de Humphrey Bogart. Tu abuelo también es muy guapo, pero lo que sucede alrededor no es tan bonito. Ahora estoy jugando contigo, porque creo que sacarás algo de esto. Como mínimo, espero que cometas algún error menos que yo, Luis. Con suerte, espero que sepas estar bien con tu soledad, porque así estarás bien de cualquier otro modo. Ah, y recuerda Luis: yo no te dejo solo, porque ya lo estás.
En el tocadiscos:
Sole, que nombre más bonito. Si tuviera una hija la llamaría así, para que todos los días supiera su condición en este mundo.
ResponderEliminarA mi mis padres me pusieron uno, que en cuanto me falta algo que sustentar, pierdo el norte.
Intentaré, sustentar algo, aunque sea a mi misma.
Lo primero de un puente es que se mantenga en pie. Equilibrio estable. Después ya llegará la prueba de carga.
ResponderEliminarSuerte.