R. es el último amanuense. No copia, no transcribe lo que le dictan. Es un amanuense puro y así le gusta considerarse. Cada día se levanta de su catre y, tras la higiene personal y el desayuno de rigor, sale a la calle armado con un cuaderno de gusanillo y un bolígrafo Parker que no recuerda quién le regaló. Desde el preciso instante en que abandona su edificio, sus ojos y oídos son receptores implacables, porque R. es amanuense y los amanuenses escriben. R. escribe todo lo que sucede.
Escribe que los negros han vuelto al barrio con las mantas y los DVDs y que los nuevos autobuses urbanos contaminan menos pero rugen más. Escribe que la gente anda de mala leche por la mañana y cómo el invierno tiene un color extraño este dos mil catorce. Cuenta cómo sonríe la pandera, haciendo parecer que setenta y cinco céntimos fueran fortuna y media. Describe el movimiento de la quiosquera cuando se aparta algunos cabellos para esconderlos tras la oreja.
Entre hecho y hecho cotidiano, devenires de los días del mundo y torpezas humanas, R. anota pensamientos inconexos. Son como pelusas que se desprenden de la alfombra y acaban reunidas en un punto de remanso cualquiera.
- Sin motivo aparente, Moctezuma se ha vengado.
- Creo que la mentira comienza a sentirse culpable.
- Los poetas ya no se interesan por las faldas: son demasiado cortas.
- Dentro de un par de lustros la palabra "sostenible" sonará igual que "hombreras".
- Tapar el sol con un dedo depende de la perspectiva.
- Seguro que la ambición existía antes que el universo.
- El silencio.
- Casi todo está mejor por escrito. Y con caligrafía angulosa.
- Si Paciencia (ese ente) pudiera hablar, afirmaría que sus siete últimas letras / tres primeras letras son broma.
- Las persianas tienen su fundamento en la siesta y viceversa.
- Es lógico que pase lo que pase la orquesta siga tocando.
- En el desierto no hay arena.
R. escribe eso y mucho más, pero ahora cruza la calle y es arrollado por un coche, dejando un intenso olor a goma quemada y papel escrito y pan recién hecho.
En el cinexín:
The Rovin Typist
The Writer (de Pierre Jaquet-Droz)
Prefiero el olor a goma escrita, papel recién hecho y pan quemado.
ResponderEliminarLos amanuenses están en peligro de extinción. Sólo espero que el conductor del coche pase el resto de su vida en prisión por exterminar a tan rara avis.
Las dos primeras bien. El pan quemado hace que me pique la nariz por dentro. Pero al fin y al cabo yo sólo cuento lo que pasó.
EliminarEl conductor indemne casi seguro, como siempre pasa en estos casos.