viernes, 31 de mayo de 2013

El circo.

Cayeron los gladiadores de lunes a viernes, mira
anémicos se esparcen por edificios públicos o
bajo los puentes que ellos mismos alzaron.
Muchos mojan sus labios en rojo vino
mas ya no para conversar
mas ya no para sonreír
sólo para calentar la conciencia y
apagar el temblor en la voz;
sólo para llamar a sus hijos
antes de la hora de dormir.

El circo romano ya no divierte
la arena es menos que rancio polvo y
los rugidos no más que ecos de leones muertos.
El público se cansó de ver un pulgar que nunca
apuntaba al sol -sino todo lo contrario-
unas hojas de laurel sin tizne de sudor
cada día de ayuno antes del vendaval.

Sí, hubo un tiempo en que tuvimos
-no llegamos a ser, perdóname-
de un modo obtuso, beligerante, tuvimos
todo el trigo que cabía en dos puños cerrados
mientras la lucha avanzaba bajo el sol
un sol que se cansó sin más.




En el tocadiscos:
Massive Attack - Paradise Circus

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