El trazo dibujó una eme
dudosamente firme, como el tallo de un cactus
y no pude sino entornar la cabeza
incrédulo.
Mulligan se perdía en La Sombra de tu Sonrisa
y Murakami pasaba la noche en vela
en el Hotel Delfín.
El vacío de las estanterías callaba y los astros
simplemente estaban presentes allá
en los confines del pasado.
Más penoso que la muerte
son las manos que no alcanzan
los tientos que se quedan en eso
las máscaras con nudo de doble lazo.
Más penoso que una muerte
es un remite tachado
a medio camino.
En el tocadiscos:
Gerry Mulligan - Moonlight in Vermont
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