Hincar la uña en el filtro de un cigarro que nunca se encendió. Intentar ir más allá de la mera descripción. Pero, no puede haber nada más bello. No lo imagino. Los verbos de acción dinamizan. Nadie quiere dinamizar. Horrible palabra. Los labios entreabiertos dejarán escapar un sorbo de alma cada vez. Y los vidrios enfermos no pueden contener tanto frío. Embotado como está. Ella también: se envolvió en lágrimas sin memoria.
Se miran entonando algún pretérito imperfecto del subjuntivo. Torciendo lenguas en bocas equivocadas. Y el creer, concepto extraño pero poderoso como los músculos de la vagina. Sin huesos de humo ni halos de sangre. Dormida sin pensar en los trenes que van. En las estaciones a las que se da la espalda.
Salto de página a mano alzada.
En un puerto con la mar picada y los barcos inquietos. El cabello retando al viento. Salitre. Sonido leve y doloroso. Con el tacto de aquella blusa tatuado en los dedos. Enumeración. Afirmarán, gris, puta, cortante, saltar. Y los violines que aúllan sin piedad.
Hola querido, te escribo desde el trabajo pero no sé cuándo recibirás esta carta. Con bolsos llenos de teléfonos que vibran. Papel celofán entre los dientes. ¿Tú cómo lo llamas? Diálogos no, por favor.
La mujer retira la mano
del pecho del hombre. Se
levanta y abandona la habitación.
Su ausencia no cambia
nada. El hombre no se mueve.
Atiq Rahimi.
En el tocadiscos:
Lucia Micarelli - Aurora-Kashmir
No hay comentarios :
Publicar un comentario