domingo, 20 de abril de 2014

Buscando la nada.

Elisa huyó de su casa una mañana
y caminó por la ciudad en sigilo
nadie notó su presencia
porque la juventud es más leve que el viento.

Continuó su camino más allá del arrabal
y esa noche
luna de estaño
durmió en el bosque.

Elisa despertó arropada por ramas
y como almohada
un remolino de hojas secas.
De repente varios muchachos salieron
de entre la maleza
para ofrecerle pan y moras y leche tibia.

A la pregunta de por qué estaba allí
los ojos de Elisa fueron diamantes
-más por duros que por resplandecientes-
y un busco la nada resolvió todo.

Pero no, no puede ser.
Para ti escribió Ludwig
esa canción
que es la belleza hecha música
que tiene más nada que cien abismos.
Vuelve
vuelve a casa
y si estás triste recuerda el piano
sonando para ti
desde la eternidad.




En el tocadiscos:
Beethoven  -  Für Elise

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