Es inabarcable la cantidad de sitios
en la que depositamos
nuestros anhelos.
Múltiples soportes
materiales y no
comprables y no
seguros y no.
Y lo curioso es
que cuando uno de estos
contenedores
se rompe
tardamos menos de lo debido
en encontrar uno nuevo.
Supongo que tenemos
una tendencia genética
a la esperanza.
Igual que hormigas todopoderosas.
En el tocadiscos:
Explosions in the Sky - The only moment We were alone
las hormigas siempre me inspiraron confianza.
ResponderEliminarDe vez en cuando está bien improvisar,incluso mirando de reojo al optimismo: de lo contrario no existiríamos.