lunes, 17 de diciembre de 2012

Dragones.

Es verdad lo de los unicornios y los dragones. Yo lo he visto. Guardo desde hace años el secreto.

Hay montones de luces amenazando caer sobre las calles. Son desdichadas. Resisten estoicas la felicidad de los que buscan regalos bonitos y gorros de lana con pompón. Se impregnan de un perfume pesado a vino caliente, canela, clavo, sudor de abrigo y vapor de agua. Es una existencia paupérrima.

Aunque no quedan hielos en el vaso, sigo oyendo su agradable ruido de martinete. Se amortigua por el líquido y da tranquilidad, sosiego, paz. Mi pájaro azul se aletarga. Las manijas del reloj van y vienen olvidándose poco a poco de su labor hasta abandonarse a un domingo sin ansia de lunes.

Busco unicornios y dragones entre las luces, pero no encuentro ninguno.

Siempre me acuerdo tarde del calendario con las chocolatinas dentro. Pero es, en cierto modo, un alivio. Nunca he podido comerme sólo una cada día. Creo que esos calendarios tienen la función de hacer sentirse culpable a la gente. Para que tomen conciencia de su egoísmo y su falta de control ante el placer a corto plazo. Mierda de calendarios.

Si tuviera que elegir creo que preferiría un dragón. Es mucho menos poético pero, sin duda, mucho más útil.




En el tocadiscos:
The Unicorns  -  I was born a Unicorn

1 comentario :

  1. Los dragones son fáciles de encontrar, aunque difíciles de reconocer.

    Los unicornios...mejor finjamos que no existen, que no han sido atrapados por el toro rojo, que no son la espuma del mar...

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