Alguien en algún lugar está ahora mismo en una cama leyendo. Tiene los pensamientos guardados en un cajón y se deja llevar por el río del argumento. Mañana tendrá que madrugar, pero eso ahora poco importa, al menos hasta el final del capítulo que sus ojos se afanan en descoser. La luz, centrada en el libro, baña de soslayo la habitación, mientras dedos acarician las páginas de un modo cariñoso, casi sexual.
Alguien en algún lugar está ahora mismo en una cama durmiendo. Hace ya más de una hora que se abandonó al universo de los sueños, y ahora nadie sabe en qué pliegue se halla su mente enfrascada. Mañana tendrá que madrugar, pero eso ahora poco importa, quedan infinitas vueltas sobre el colchón en busca de un modo de no salir del onírico mundo al que cada noche regresa. Su gesto es de sufrimiento contenido, casi agónico.
Alguien en algún lugar está ahora mismo en una cama masturbándose. Su mano, precisa como un florete, dibuja en silencio formas imposibles. Mañana tendrá que madrugar, pero eso ahora poco importa, no hay forma de volver atrás cuando se ha entrado en barrena; girando, girando, girando. Por un instante toma conciencia de lo grotesco de la escena, pero pronto vuelve a la imagen que le impregnaba de levedad y se entrega a un placer hondo, casi atroz.
Alguien en algún lugar está ahora mismo en una cama escribiendo. Los dedos martillean el teclado tocando una sinfonía caótica, al tiempo que su cuello se entorna buscando un dolor antiguo. Mañana tendrá que madrugar, pero eso ahora poco importa, no puede traicionar a las palabras que le brindaron un quizás, ni condenar a la inexistencia un párrafo por puro desdén. Además el texto y las ideas se han imbricado como una baraja de cartas, de forma simétrica, casi ilógica.
En el tocadiscos:
PJ Harvey - The words that maketh murder
Tranquilos en la oscuridad.
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