No pido mucho, casi siempre
me abandono a los versos cortos
que con desdén se valen solos
para robar lo que no tiene.
No aguanto ya, soy de esos pocos
que siempre pagan lo que deben
y que cuando venga la muerte
se irán sin hacerse los locos.
Vivo a merced del bien y el mal
de su voz y de mis despojos
que ya no saben lo que quieren.
Perdí el juicio de forma tal
que estando sin ella no lloro
y sé que el nunca nunca miente.
En el tocadiscos:
PUES cuando venga la muerte quizá sea mejor hacerse el remolón...
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