lunes, 16 de mayo de 2011

Terremotos sin vanidad.

Las paredes llenas de vanidad
forradas de carteles con sonrisas
con mentiras, corbatas y camisas.
Las obras radiantes en la ciudad,


rotondas y alquitrán de cuello vuelto
recordándonos que somos idiotas,
que nos vacilan rosas y gaviotas:
falacia en mano y futuro resuelto.


Pero ¿qué más da?, es lo que merecemos,
curas y políticos y banqueros
y el periódico adoctrinando a memos.


Mientras allá se apuran los bomberos
recordándonos que nunca aprendemos,
por acá se almidonan los traseros.





En el tocadiscos:

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