viernes, 15 de octubre de 2010

Vete.

Coge tu abrigo, tu maleta y vete.

Quiero volver a ser aquel hombre triste, gris, mediocre. Aquel que escribía con una pasión desmedida. Dolorosa más bien. Quiero volver a caminar sin paraguas a merced de un sirimiri eterno.

No te olvides de tus libros, esos que no quise leer; de tus discos de Blues, esos que me hicieron llorar; ni de tu cepillo de dientes, ese que no cesa de mirarme, altivo como un guardia de seguridad. Por lo que más quieras, llévatelo todo. Desde el primer "qué-bonita-es-tu-casa" hasta la última bocanada de aire que vomites aquí dentro. Es tuya, y yo no podré respirarla. Me ahogaría.

Quiero volver a ser aquel yo. Insolente y obtuso como siempre fui. Prepotente, melancólico, vehemente. Quiero volver a sentirme repugnante.

Permite que no te vuelva a llamar. Cierra esa puerta y olvídate de mi. Recuérdanos sólo a nosotros. Pero antes de irte, por favor, devuélveme mi cinismo. Sin él me sentiré muy solo.





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