Ha vuelto a tus mejillas la carcajada
de niña risueña, el asombro
de la juventud y la despreocupación
como si hubieras dejado las responsabilidades
en el fondo del armario, junto a los jerséis de invierno.
Tu risa fácil me asusta porque es el eco de una casa deshabitada
la bocanada de aire de un buzo emergido
junto al barco equivocado.
Piensa en un jardín. Escoge un color.
Mánchate los párpados y cierra los ojos.
Date cuenta: lo que no tiene nombre no existe.
En el tocadiscos:
Donald Byrd - Cristo Redentor
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