Hombres de ojos hundidos
en las profundidades de alguna mirada
apartad la mortaja de vuestras bocas rojas
que un día aullaron
porque es hora de volver a gritar.
No queda tiempo para la duda
que la muerte ya viene
que la muerte ya aprieta
en los nudos de los árboles
y en el graznido de los cuervos.
Hombres de mirada esquiva
entre dos pupilas negras como la nada
dejad que vuestra voz truene
antes de que empiecen los oficios
que la muerte ya viene
Tan… tan-tan
tan… tan-tan.
No temáis, hombres
no temáis
mantengo hinchados los pulmones
en los confines de la tranquilidad
encojo en mi propia curva
sufro el mal de los viejos monstruos
Quasimodo buscándose en el tañer de las campanas
mantengo la frente apuntando al suelo
desde el desconcierto de cada despertar
desde la niebla blanquísima hecha de luz
de piedra y escarcha.
Tocan a difunto
tan… tan-tan
el pueblo respira el cansancio del amanecer
los vecinos pasean su cotidianeidad
y aunque el día se presenta nuevo
los temores flotan inalterables en el aire
húmedos se adhieren al asfalto y se hacen musgo
para pisar un camino blando
de casa al cementerio.
Hombres, no temáis por mí
yo ya estoy muerto.
En el tocadiscos:
Yves Montand - Les Feuilles Mortes
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