domingo, 15 de diciembre de 2013

Síndrome.

Los camisones de seda
las sábanas de franela
los calcetines de algodón.
Me desnudo para no manchar la iglesia
y al llegar la eucaristía sobreviene una náusea.

No sé cómo describir mi sensación y
eso me asusta.
Me despisto; yo hoy venía en tercera persona.

Mira, una niña desnuda
jugando con cuchillas de afeitar
descubriendo su anatomía
al tiempo que el suelo se encharca.
Luego tendremos que limpiarlos
-a ella y al suelo- con lejía
pero déjala
deja que aprenda el sabor del acero
y el placer de la desnudez
y el color de la sangre.

Me despisto; yo hoy venía en tercera persona
porque ella sobrevive entre vosotros, ¡obsesos!
guarda restos de piel en frascos de mermelada
no añade almíbar.
Todas las vergüenzas que no se cuentan son su religión
algunos la llaman retrasada
pero ella no se mira en los espejos
ella no se mira en los espejos porque ya se conoce
desde los insultos a los bostezos.
Tiene el peor de los síndromes:
carencia de pretensiones.
No puede posar si no tiene nada que simular.
No existe el mal sin una palabra con la que nombrarlo y
eso me asusta.

Braman el órgano y mis órganos y no
no hay forma de explicar lo que no se conoce.
No hay modo de fotografiar lo que no se ve.
Me despisto; ya no importa la persona.

Morir es olvidar. Morir es no entender.
Morir es no saber elegir.




En el tocadiscos:
Nacho Vegas  -  Hablando de Marlén

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