lunes, 18 de noviembre de 2013

Memoria de días y noches.

Cada noche los perros, ladrando por encima del valle
suspendiendo ecos entre las nubes
unas nubes anchas y suaves, inmensas
que peinan la yerba con su morrina
acariciándola como una madre el pelo de su hijo.
Las laderas siempre mirando al río
las hortensias azules de hierro y ceniza
los corzos que se acercan de amanecida
a pisar el milagro del rocío
antes de que el astro abarque
un infinito de montañas zigzagueando sobre el cielo
y llene de verde lo que aún es gris
como un mago inventando el fuego.
Los dalles de ritmo suave y agudo en la mañana
bailando con hombres de brazos como ramas
los campanos con su letanía de días de labor
que son todos y ninguno.
Y en las tardes nubladas la playa
la brisa fría que sale de un mar de plomo fundido
la arena más marrón que madera recién cortada.
Las manos hundidas en los bolsillos
y las lágrimas deslizándose horizontales por las sienes
y las crestas repicándose una y otra vez
igual que un cocodrilo mecido por su madre tierra.




En el tocadiscos:
Luar na Lubre  -  Memoria da Noite

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