jueves, 29 de noviembre de 2012

Perspectivas.

Una puñalada
me ha de despertar
en lo más ancho de la noche
a las cinco y treinta y dos.
Será profunda, aguda, natural
triste -en resumen-
una herida
de verdad.

A las cinco y treinta y seis
será ya amarga, palpitante, tenaz
aunque no más lógica
que antes.

Hace algunos años corríamos tras los trenes
bebíamos whisky barato
poníamos acento
en las palabras más importantes
dejando la gramática para
otros.

Teníamos futuro
o, tal vez
no importaba si lo teníamos.
La arena se escurría entre los dedos
grano a grano
todo a todo
como un manojo de relámpagos salvajes
que nunca acababa de tronar.

Así éramos
hace algunos años
muertos de sed que no sabíamos
-y así debía ser-
lo que había en el fondo de los vasos.
Se ven hermosos
aquellos años
desde estas retinas inanes
en este ambiente más sano
y lento.

Apocado también.

Desde aquí tengo que esperar
a que llegue
aquella puñalada
en lo más urgente de algún ahora.




En el tocadiscos:
World's End Girlfriend  -  Scorpius Circus

domingo, 25 de noviembre de 2012

El salto.

Lo nuestro siempre fue
una historia imposible.
Todo salió mal
desde el primer momento
aquel que ella sabe
           y que yo
                     yo nunca recordé.

Hablar
de factores de seguridad y de teorías de segundo orden
era menos de lo que ella
necesitaba
pero mucho más de lo que yo
tuve.
Todavía puedo ver sus pupilas
           eclipses
                     de luna que pesaban como plomo
posándose en mis párpados
           retales
                     secos que no se abrieron.

Habitamos algunos mundos
-no es poco ser dos
entre tantos-
sus ideas volaban
despacio
el tiempo se reblandecía
                                                                                 y
                                                                                 salté
(azar es un juego de locos e idiotas)
pero mientras el cielo aprendía a ser
v
e
r
t
i
c
a
l
se me quebró la fe.

Ella quería caligrafías angulosas
           y yo
                     yo sólo ofrecí noches
de inquietud.




En el tocadiscos:
Goran Bregović  -  Lullaby

sábado, 24 de noviembre de 2012

De egos, tiempo y recuerdos.

En el aire flota Cannonball Adderley y los desperdicios de una noche rumiando las propias entrañas. La montaña mágica está calando hasta los tuétanos. Por momentos parecen capítulos inapropiados para este invierno joven; por momentos le dan sentido a esta bruma que anuncia el adviento.

Se han difundido muchos conceptos erróneos sobre la naturaleza del hastío. Se cree que la novedad y el carácter interesante de su contenido "hacen pasar" el tiempo, es decir, lo abrevian, mientras que la monotonía y el vacío alargan a veces el instante y la hora patéticamente. Pero esto es inexacto, pues, siendo en ocasiones así, la monotonía y el vacío pueden abreviar y acelerar vastas extensiones de tiempo hasta reducirlas a la nada. Por el contrario, un contenido rico e interesante es sin duda capaz de abreviar una hora e incluso un día, pero, considerado en conjunto, confiere al paso del tiempo amplitud, peso y solidez, de manera que los años ricos en acontecimientos pasan con mayor lentitud que los años pobres, vacíos y ligeros, que el viento barre y se alejan volando. El hastío es, pues, en realidad, una representación enfermiza de la brevedad del tiempo provocada por la monotonía. Los grandes períodos de tiempo, cuando su curso es de una monotonía ininterrumpida, llegan a encogerse en una medida que espanta mortalmente al espíritu. Cuando los días son semejantes entre sí, no constituyen más que un solo día, y con una uniformidad perfecta la vida más larga sería vivida como muy breve y pasaría en un momento. La costumbre es una somnolencia o, al menos, un debilitamiento de la conciencia del tiempo, y cuando los años de la niñez son vividos lentamente y luego la vida se desarrolla cada vez más deprisa y se precipita, es también debido a la costumbre.

Soy amigo de la rutina y la monotonía. La uniformidad no me turba, al contrario, me da seguridad y me tranquiliza. "Y eso fue todo y se acuesta a mi lado / junto a la lumbre / al calorcillo del fuego sagrado / de la costumbre" decía Krahe. Esto no significa que se me deba calificar de conservador. Considero por contra que todos en mayor o menor medida tratamos de ordenar el caos o nos dejamos envolver por la infinitud del mismo, tomando el desorden como la mayor de las uniformidades. Es una natural tendencia al equilibrio dentro del imparable movimiento. La velocidad constante intentando vencer a la aceleración.

Sin embargo muchas veces temo que el tiempo se esté plegando, ardiendo, esfumándose tras de mí. Muerto mi presente, dudo que esté quedando algún resquicio de su existencia. El legado, la posteridad, mi yo eterno... se me antojan conceptos de artista trasnochado. Nada tiene la humanidad que aprender de mí. Nada quiero que se sepa de mi paso por la historia cuando mi carne deje de ser tangible en el ahora. Por otro lado es mi egoísmo el que me lleva a la inquietud. La duda de cuál de mis yos futuros seré en función de lo que hoy haga. En función de lo que mañana pueda recordar que he hecho.

Se mezcla todo esto con el saxo alto -Coltrane ahora- y con el árbol sin hojas que la niebla tiñe de gris. Se mezcla todo con las palabras de Diego sobre por qué nos atrae el imán del pasado, sobre qué nos hace aferrarnos a él. Se mezcla todo con las cartas de María maldiciendo al tiempo, como si fuera él, triste dimensión que ni existe, y no cada uno de nosotros, el que insuflara o arrebatara contra nuestra voluntad recuerdos a nuestro entendimiento. Se mezcla y se responde casi todo con las cuatro autoagresiones (I, II, III, IV) que Guredi escupió hace un año.

Pienso en mi niñez y evoco una feliz rutina. Nada especialmente memorable y nada especialmente doloroso. Y creo que no quiero nada más.




En el tocadiscos:
Cannonball Adderley  -  Autumn Leaves

sábado, 17 de noviembre de 2012

Triste pero cabal.

Buenos días
hay restos de piel bajo las uñas
y pólvora en el viento
de esta mañana.
El semen ya caducado
no se recicla en los grandes almacenes
pero otras secreciones
menos filosóficas
caben en las ofertas de dos-por-uno.

Cuando veo la última falange
de tu dedo más corto
indefensa
inocente
pienso en el pene de un sogún
o de un Watanabe cualquiera
enrojecido por su lucha interior
racional
abrumado
por la carnal censura
de su placer carnal.




En el tocadiscos:
Osamu Kitajima  -  Tengu

jueves, 15 de noviembre de 2012

Confesad conmigo.

A vosotros, los soldados silenciosos
cabezas altas y manos vacías
a vosotros que desgranáis los días
expiando culpas de poderosos.

A vosotros, consejeros sin pagas
puños cerrados y vistas al frente
a vosotros que vivís el presente
desde el lado afilado de las dagas.

A vosotros del tesón y el pan duro
los anónimos o los olvidados
los del hartazgo o los de la esperanza

los que huís del que se llena la panza;
confesad conmigo vuestros pecados:
"Yo soy un fracasado sin futuro".




En el tocadiscos:
Ismael Serrano  -  Al Bando Vencido

martes, 13 de noviembre de 2012

Agresión.

Una escena. Tercera persona.

Un bebé en una cuna con una especie de buzo azul pálido y la mantita -también azul- revuelta. Tiene la frente arrugada y se sacude a intervalos casi regulares. Hace un ruido constante, por momentos parece un ronroneo, que se agudiza al compás de las sacudidas. Un momento de quietud, parece que un ojo se abre, pero no. Un instante después toda la cara se distorsiona en un bostezo sobrehumano, como un cuadro impresionista. Ahora sí, la pierna izquierda se mueve con vitalidad y los párpados comienzan a despegarse.

Otra escena. Primera persona.

Hace calor, pero no demasiado, el ambiente tiene un tono ligeramente azulado. Está tumbado y alguien grita. Levanta la cabeza con esfuerzo. "¿Pero qué te has creído, gilipollas? ¡Mira cómo me has puesto el pelo de arena!" Dos muchachas que con seguridad no tienen veinte años están sentadas en sus toallas. La que insulta tiene la cabeza de un llamativo color oxigenado y dos enormes pechos de silicona. Se rasca la cabellera con energía mientras los esféricamente horrendos senos apenas pueden mantenerse dentro del bikini. "Mamón de mierda". La compañera es morena y nada en ella llama la atención. La rubia coge un puñado de arena y lo arroja con saña a cámara. Después lanza un escupitajo. Se ve una mano alargarse y coger un bate de béisbol que sin motivo aparente está a su alcance. La vista se eleva. El bate desaparece hacia atrás y sólo vuelve a verse al impactar brutalmente con la cabeza de la chica rubia.

Última escena. Primera persona.

Una sandía explota de forma espectacular en cámara súper-lenta. Todo el plano se llena de fragmentos rojos y verdes. El fondo es neutro y el silencio sepulcral, las gotitas escarlata se esparcen por todas partes. La nitidez es asombrosa, como en un anuncio de zumo. Cuando todo ha desaparecido comienza una melodía de piano.

Fundido a negro.



En el tocadiscos:
Oscar Peterson  -  Alice in Wonderland

domingo, 11 de noviembre de 2012

Puede que hoy.

Ayer escribiste la misma carta otra vez. Otra vez sabiendo que nunca la echarías al buzón. Puede que hoy.

La nieve llegó pronto este año, pero parece que se ha tomado un respiro. Quizá sólo era un saludo. Anochece pronto y los coches pasan despacio por estos barrios apartados de todo. Los tractores rugen y van de un campo enorme a otro todavía más grande. Quedan hojas perennes, pero las que llaman la atención son las teñidas de cálidos rojos, amarillos, ocres y naranjas; las que agonizan.

Amo a una mujer. Amo a una y me acuesto con todas. Ninguna me importa, sólo esa. Será acaso por lo que abrazo a tantas: para ser consciente del calor frío me hacen sudar. No son nada y yo soy menos. Un misógino enagenado. O un cobarde de amor eterno.

Esto no es un poema.

Empieza una vida donde nadie te conozca. Que haya casas bonitas con vallas blancas y perros que casi no ladren. Trabaja duro en lo que te guste y ten hijos para educarlos bien. Algún día podrás volver. Podrás volver y podrás vivir de verdad, sin vallas ni perros ni hijos, ni olvidos.

Avanzó despacio hacia la orilla y se sentó un par de pasos antes de llegar a la arena mojada. Se abrazó las rodillas, enterró un poco los pies y alzó la mirada. La brisa bailaba con su pelo y la sal engañaba a su memoria. Pocas o ninguna palabra recordaba de aquella otra vez, pero lo importante perduraba.

Hemos ido al velatorio. Tienes natillas en el frigorífico.




En el tocadiscos:
Parov Stelar  -  Hurt