Confieso que he pecado. Me arrepiento, señor, pero no puedo jurar no volver a hacerlo. He pecado mucho y he sido consciente de ello. He imaginado como arrancaba la motosierra y caminaba hacia él con paso firme. Apretaba el acelerador hasta que el rugido de la máquina envolvía sus gritos ahogándolos y, lentamente, acercaba la hoja a su hombro. No podía moverse. Estaba paralizado de pánico y su cara mostraba un gesto descompuesto de horror. Al principio la carne ofrecía resistencia al giro de la cadena. Perdí un poco la orientación, me salpicaba en la cara y no podía abrir los ojos. Sus espasmos me impedían penetrar en el tejido, pero pronto llegué al hueso. Vi a Dios entonces. Me miraba y sonreía, me señalaba con el dedo y me pedía más. Más sangre, más ruido, más dolor. Debería derretirme de remordimiento, pero no. Sólo me arrepiento y confieso mis pecados. No pido perdón. Sólo me arrepiento.
En el tocadiscos:
Converge - No Heroes
un texto lleno de imágenes
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