Rareza de sentirse uno descansar
sobre su misma espalda montañosa.
Será por eso que llama como un aullido de lobo
el escarpe, el sendero y la propia maleza,
el recodo y el requiebro lejos de un mundo con asma,
el risco, la rama y el eco de una voz rasgada.
Rareza de sentirse uno respirar sin aire
rareza de saberse alguien semilla en el aire
apuntando a las nubes, sin padre ni madre,
carente de más sustancia que futuro sin tiempo,
vaivén, canción de cuna en lo alto,
compás -consentido y siseante- del viento.
Es raro buscar entre horas solas
el sonido sin sentido de una tierra sorda,
vacía de memoria y encharcada de miedo;
buscar en las montañas
lo que no deja de sentirse en el pecho.
En el tocadiscos:
St. Germain - Rose Rouge
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