Serán las negras palabras las que nos salven
cuando el último viento de la primavera venga a llevarse nuestras almas
y una ancha lluvia nos tape despacio
como un velo gris y tibio
para convertirnos en árboles recelosos
de cada paloma; de cada cuervo.
O las negras letras desperdigadas por los aires
agitándose y tiñendo como acuarela las ansias de oro
-veneno metálico a veinte toneladas el metro-
en una romería por el martirio de La Usura.
O (déjame intentarlo por última vez) los puntos suspensivos
que contienen el pecado primigenio
y las convulsas almas y todas las estaciones y las aves
todas las aves que pasan
menos la urraca.
En el tocadiscos:
Gioacchino Rossini - La Gazza Ladra
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