El reloj de la alcoba se acercaba a la medianoche
a la sombra de una luna marmórea
cuando sus muslos empezaron a separarse - despacio
removiendo el aire envuelto en sudor.
Sentía la lengua como una estatua de Botero
(acaso más ancha
y más redonda)
y los pechos agudos como cuando dejó de ser niña.
Diapositivas borrosas desfilaban frente a ella
el autobús de línea, siempre vacío
las manos ásperas de su madre
la madera, la piedra y el agua
y el estómago se le hacía pequeño
o su cuerpo crecía en medio de la estancia
en el fondo de un bienestar casi invencible.
Sonó el teléfono y descolgó en un acto
de defensa, reflejo
y dejó que su feliz soledad
atada a los incontenibles sollozos
besara el auricular
y los oídos
de quienquiera que osara compartir - sin saberlo
el violento asesinato del pudor y la religión.
Feministas en defensa de sus vaginas
buscando algo más que defender.
Vaginas nuevas. Vaginas viejas.
¿Sexual es la revolución?
Peleáis por follar tres veces por semana
leéis a Freud
por desear a vuestros padres
Electra - Edipo
el renacer del incesto
sin remordimiento ni moral.
Buscáis el placer como fanáticos.
Todo es religión.
No es por haber ido a misa cada domingo
por lo que ahora me masturbo dos veces al día
ni los homosexuales guiñan el ojo a los curas
es una revelación sexual.
Feministas en defensa de sus vaginas
buscando qué defender
por ejemplo esta vagina de novicia
visitada cada noche por dedos con sabor a dulce de leche
sin tentación ni moral.
En el tocadiscos:
Lee Hazlewood - Won't you tell your Dreams
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