Las ventajas de mi fracaso y su derrota se explicarían con café aguado, jerséis de lana y tildes transpuestas. Somos una vergüenza para el gremio de exploradores porque aunque conservamos la esperanza de domar(nos) algún lunes, cada esfuerzo acaba rompiendo los pespuntes.
Aquí estamos: mirándonos las manos. El esmalte ajado, los surcos del destino. "Por aquí pasó una hormiga... y murió antes de llegar al índice". ¡Bobadas! Las hormigas inventaron la guerra y su mano sabe a mostaza dulce y boli bic. Todos sabemos que Schrödinger era alérgico a los ratones y no le culpamos por ello del caos cuántico en el que vivimos.
Desde que ahogó su diario está de un humor de perros. No conseguimos entender las mareas ni buscando saxofones en el sótano. Es muy desagradable el final de las distancias y el brillo de los zapatos de charol, pero aún nos quedan bastantes huelgas de sueño.
Lo peor de ser un fracasado es no poder derrotarla.
En el tocadiscos:
Miles Davis - Dîner au Motel
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