El azar querrá que nos volvamos a encontrar
cuando el tiempo, que es un velo que se posa
otro velo que se posa
otro velo que se posa
(y así sucesivamente)
pese toneladas ya
y nos movamos lentamente
con la cinética penosa
de dos meandros de cieno
llenos de sedimentos
y agua sucia
y peces muertos.
Algún dios hará que nos volvamos a encontrar
cuando las paredes desconchadas de la memoria
empiecen a derrumbarse
terminen de derrumbarse
y seamos diáfanos
anchos como la mar
y nos conozcamos nuevamente
con la inocencia curiosa
de dos gatos callejeros
llenos de aire y espinas
y noches al raso
y caricias perdidas.
El mundo odiará que nos volvamos a encontrar
pero nada puede hacer contra Dios
nada puede hacer contra el azar
que nos empuja despacio
a redescubrirnos bajo mil velos
acariciando la mar
flotando eternos.
En el tocadiscos:
Iván Ferreiro - El Principio
Sólo la cadencia de lo inevitable merece bailarse de madrugada.
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