Precipita noviembre y va cristalizando el invierno como la mirada de Ingrid Thulin. Pronto ahumarán las plazas y el aire olerá a canela y clavo. La lana recibirá su homenaje -siempre inferior al merecido-, las mañanas se harán más lentas y las noches casi perennes. Ya ha ocurrido un par de veces, pero no deja de ser extraño. Yo no soy de aquí. Recuerdo los incontables nombres con los que Smila nombraba a esos fractales de agua blanquecina y todavía me imagino caminando a su lado casi muerto de frío, igual que un polizón espiando atemorizado, aprendiendo que se puede sobrevivir con paciencia, escuchando con cuidado el crujir de las pisadas sobre la nieve, sabiendo que hay infinitos tonos de blanco.
En el tocadiscos:
Mono - Pure as Snow
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La nieve es una sirena que hechiza con su canto a los viajeros que han perdido el rumbo.
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